VERDADES QUE MATAN
Alberto García.

1

- Dime una sola razón. ¡Una sola!
- Ya no te quiero.

2

A veces las verdades matan. Y, si durante meses quise saber la verdad de lo que pasaba, aquellas cuatro palabras, que ya no puedo sacarme de la memoria, juro que me han matado. Esas cuatro palabras tienen un rostro sangriento, como un animal herido, y, a la vez, me persiguen con la luna para darme alcance. El cazador cazado ¿no? Un icono de Hollywood.
Un día, que no sabes entonces que recordarás para siempre, un temblor derrumba los pilares de tu casa, de tu habitación, de tu cama... y los vuelve individuales. Un día como una grieta. Un día que te rompe hasta el estómago y acabas vomitando en la blancura de tu baño.
No, ella no vendrá a salvarte. Hace tiempo que oí la puerta cerrarse. Ese día, de techos bajos y angustia en packs familiares, abrirías las ventanas para que te hicieran compañía las moscas, bajarías a hablar con la portera... Te sientes realmente el último, con la esperanza de volver a ser el primero.
Y así me quedé, con la cara entre las manos y rabia en las mejillas. Primer día, hora primera. Bienvenido a mi versión moderna de “20000 leguas de viaje submarino”.

3

- Pero antes de eso, ¿qué pasó? ¿Por qué empezó a ir todo mal?
- No lo sé. No hay una única razón para que pasen esas cosas. No sé. Quizás problemas de comunicación entre los dos.

4

- Eres un egoísta Andrés, ¡un egoísta de mierda! Sólo tú y tus problemas, tu coche, tu trabajo. No te importo una mierda. ¡Una mierda!
- Todo es una mierda, ¿sabes? La vida es una mierda.
- Ya.
- Y lo peor es que no es una de esas mierdas pequeñas y esquivables que te encuentras por la calle. Es una mierda abstracta, enorme y maloliente que se expande y se contrae como el corazón de un universo de desgracias.
- ....
- ¡Vaya mierda! ¡¡Vaya mierda!! ¿Sabes? Un millón de años de evolución, filósofos y científicos y la respuesta esta aquí al lado. Mira a tu alrededor.
- Estás enfermo Andrés.
- ....
- Estás tan hundido en tu propio pozo que ya no ves la luz del sol.
- ¡Cállate!
- Antes no eras así Andres. ¿Cuándo? Dime, ¿Cuándo te has vuelto algo tan horrible?
- ¡Cállate! ¡Tú eres mierda también! Como yo, como los demás. Crees que tienes un corazón que siente y sufre pero no, sólo es la estación de bombeo que te suministra todo el veneno que necesitas para funcionar.
¡Mira esas lágrimas! Son cicuta de primera para mis ojos y me hacen más daño que todos los puñales. Igual que tus ojos que me inmovilizan y no me dejan destrozarte.
Eres veneno Gema. Pero matas lentamente con tu desesperante y fingida bondad, con esa sonrisa a medio gas que vuelve rosa la mentira. Creer que me querrías fue el gran error de mi vida, bueno, de esta mierda, que no tiene otro nombre más que ése.

5

-No sé, no sabría decirle la razón. Ni siquiera veo nada a veces. Sólo veo razones para quererla. Cuando me levanto y me sobra espacio, cuando llego a casa y todo está igual... No consigo acostumbrarme.
Su espacio en la casa es enorme, de verdad... Lo pensaba anoche. Nunca me di cuenta de eso hasta el día en que cerró la puerta. Me paro a veces, completamente fuera del mundo, y rebobino los tiempos felices que vivimos en el salón, en la terraza... Los convierto en una película sentimental con final feliz, como si nada hubiera pasado.
¿Por qué? ¿Por qué? Eso mismo me pregunto yo cuando cierro la puerta de la nevera y cruzo el salón arrastrando los calcetines, cuando pongo la tele y no tengo que discutir para ver el fútbol, cuando descubro que he echado a la mierda cinco... años... y que la muy guarra... ni siquiera me ha llamado para saber si estoy bien...
- Tranquilo, Andrés, tranquilo. Tome.
- ....
- Quizá sea mejor que sigamos otro día, ¿no cree? Han sido demasiadas emociones por hoy. Tranquilo.

6

- ¿Diga?
- Cristina, he dejado a Andrés...
- ¿Gema?
- Sí...
- ¿Estás bien?
- No, no estoy bien. Me he ido de casa y no sé donde ir.
- ¿Dónde estás? ¿Quieres que vaya a recogerte?
- No sé, a ver, estoy en la calle... Perdone, oiga, ¿qué calle es ésta?
- ¿Qué? Santa Teresa de Jesús.
- Gracias. Santa Teresa de Jesús. Estoy al lado de una caixa.
- Vale. Dame quince minutos ¿eh? Ya voy.

7

- Entra, entra. Bueno, tengo la casa un poco desordenada. No esperaba recibir visitas.
- No te preocupes, es igual. Siempre fuiste el desastre de la familia.
- Bueno... ¿Quieres tomar algo? ¿Un café? ¿Un té?
- Un té está bien. Ya me lo hago yo, no te preocupes.
- No, no... Bueno, ven, lo hacemos juntas.

8

- Lo he dejado Cris, se acabó...
- ¿Estás segura?
- Sí, bueno, creo que sí. Ha sonado a definitivo. Pienso en volver a verlo y me da asco.
- Pero, ¿qué ha pasado? Así, de repente.
- No es de repente. Llevamos mucho tiempo mal. Mucho. No recuerdo la última vez que estuvimos bien. Ya se me ha olvidado. Hay tantos puntos negros que los últimos meses parecen una línea... Una línea hacia el abismo.
- Pero, se os veía bien juntos. Al menos desde fuera. Me has dejado de piedra tía. El otro día le decía a mamá que hasta dabáis asco, jaja...
- ....
- Bueno hermanita, tranquila. Descansa ahora, será mejor. Vamos a cambiar el té por una pastillita que hace maravillas y mañana será otro día. Puedes quedarte el tiempo que quieras.
- Gracias... pero... no lo entiendes.
- ¿Entender el qué?
- Hay otra persona. En esta historia somos tres.

9

Gema, Gema... ¿Adónde fuiste que mi voz no oyes? ¿Adónde fueron tus pasos que ya no llenan los pasillos? Después de ti no hay nada Gema, ni siquiera el mundo... Después de ti, se agotan los motivos.
Hoy gané el concurso de corazones solitarios. Me tocó un viaje al infierno con todos los gastos pagados, menos el billete de vuelta. He aceptado. ¿Adónde volver si aquí ya nadie me espera?
Gema... Cada hora sin ti es infinita y sus minutos me pinchan las manos. Ya casi no noto el dolor de tu ausencia. Tu falta se diluye en cicuta intravenosa que me inyecto en la cocina mientras hago macarrones. Se ha hecho tan cotidiano el vacío, que lo remuevo poco a poco para que no se me pegue.

10

- ¿Diga?
- Andrés.
- Sí, soy yo.
- Soy David. ¿Qué tal estás campeón?
- Bien, bien...
- ¿Qué haces?
- Pues estaba intentando escribir un poco. No he escrito nada desde que me dejó Gema, hace ya seis meses.
- Ah, bueno. Llamaba por si querías salir un poquillo a tomar algo, pero si estás ocupado...
- No, no, acepto. Me vendrá bien tomar el aire. Hace días que no he salido de casa.

11

- Bueno... ¿Qué tal estás?
- No sé, David. Imagino que podría decir que bien. No hay ni cosas buenas ni cosas malas así que...
- ¿Me dijiste por teléfono que hacía días que no salías de casa?
- Sí, sí. Bueno, últimamente no encuentro demasiadas razones para salir de casa. Me traen lo que necesito y... no hay nada ahí fuera que me interese. Imagina que encuentro a Gema con otro. Me moriría... Los mataría.
- Ah... ¿Sigues pensando en ella?
- Sí... No puedo evitarlo. Me atraca en sueños y se lleva mis ambiciones en una bolsa verde. ¡Es una ladrona!... Se ha llevado mi vida a traición, mis fuerzas... Ya no soy capaz ni de pisar el felpudo de la puerta de casa.
- Sabes que no es así, Andrés. No pensaba decirte nada pero esto es demasiado. Tío, estás enfermo.
- Tú qué coño sabes, ¿eh? ¿Te han dejado alguna vez sin decirte adiós siquiera? ¡Que se vaya a la mierda! Pero que me lleve con ella... que me lleve...
- No llores, hombre... Andrés, tienes que olvidarla... De verdad que tienes...
- No puedo...

12

- Buenos días hermanita.
- Buenos días.
- ¿Has dormido bien?
- Sí. Bueno, eso creo. Recuerdo cerrar los ojos y volver a abrirlos, pero en el medio nada.
- Eso ha sido la pastila. Conozco la sensación, jaja... ¿Te encuentras mejor?
- Pues... No lo sé, no me ha dado tiempo de pensarlo.
- Claro, claro.
- ¿No vas a trabajar?
- He llamado diciendo que estaba enferma. También he llamado a tu trabajo. Tenemos todo el día libre para hacer lo que nos dé la gana.

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- Dime Gema, ¿hay otra persona?
- Sí, Cris, sí que la hay.
- ¿Quién es?
- Un compañero de trabajo. Al principio todo empezó como una coña, algo inocente, ya sabes... Pero últimamente nos vemos mucho.
- ¿Lo quieres?
- No lo sé. Pero me ha hecho darme cuenta de que si estoy con él es porque ya no quiero a Andrés. Es así de simple.
- ¿Así de simple guarra? ¿Ya no me quieres? ¿Qué pasa eh? ¿Folla mejor que yo? Te lo hace mejor ¿eh? ¡Seguro que es por eso! Siempre has sido una guarra.
- ¿Andrés? ¿Qué haces aquí?
- No me lo puedo creer Gema. En cuanto me doy la vuelta se la chupas al primero que pasa. ¿Es eso no? Ésa es la clase de bazofia que eres.
¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Tenía que ser algo así. En el fondo lo sabía.
- Claro que lo sabías.
- Quisiera tener las fuerzas para acabar contigo. Pero tus ojos me inmovilizan y no me dejan destrozarte...

14

- Buenas tardes, señor Jiménez.
- Hola doctor.
- ¿Qué tal ha ido la semana? ¿Algo nuevo?
- Sí doctor. He encontrado la razón. Gema se estaba tirando a otro, ¿sabe? Por eso me dejó. A uno del trabajo.
- ¿Cómo?
- Lo descubrí el otro día. La seguí. Había ido a un parque y le estaba contando a su hermana cómo lo había conocido y que le había hecho darse cuenta de que ya no me quería.
- Ah.
- Sí... Hubo un momento en el que ya no pude más y salí del arbusto donde estaba escondido ¿sabe?
- ¿Y qué hizo?
- Le dije lo que pensaba. Que era una guarra y una zorra y que lo único que le importaba es que ese fulano se lo hacía mejor que yo, ¿sabe doctor? Eso hice.
- ¿Y qué sintió?
- No sé, me sentí muy confundido. Me dolió mucho pero tenía que hacerlo, ¿sabe doctor? tenía que hacerlo. La muy guarra... Por eso me dejó... hija de puta... por eso ahora casi me muero todos los días, por eso... por eso...
- Cálmese Andrés, por favor.
- ¿Y usted qué haría doctor? Si usted tuviera idea de lo que siento lloraría conmigo hasta llenar un vaso.

15

- Hola cariño.
- Hola. ¿Qué tal el día?
- Bien, bien.
- Vale vale, qué pasa.
- No puedo ocultarte nada ¿no?
- Jaja... Ya sabes que no.
- Es ese paciente del que te hablé: Andrés Jiménez, el escritor.
- Sí, sí.
- Está cada vez peor.
- Pero, ¿qué había pasado antes? No lo recuerdo bien.
- Su mujer murió en un accidente de tráfico hace seis meses. Iban juntos, conducía él, pero no se acuerda nada. Estaban muy enamorados, me han dicho que eran un pareja perfecta...
Al salir del hospital se lo contaron todo pero él se niega a aceptarlo. Se pasa el día solo y se ha inventado una historia, como si fuera una de sus novelas pero esta vez sobre su vida. Él es el protagonista y ella le abandona pero, claro, no sabe por qué. No tiene ningún recuerdo que lo justifique. No recuerda discusiones ni peleas, no recuerda el momento en el que ella le abandona.
- Vaya...
- Así que, poco a poco, ha ido creando recuerdos nuevos. De la nada, ¿sabes? Ahora cree que su mujer, Gema se llamaba, ya no le quería y se ha ido a vivir con otro. La acusa de que nunca le ha importado, que sólo le importa el sexo.
Hoy incluso me ha contado que la ha visto. Dice que la ha sorprendido confesándoselo todo a su hermana, la de ella, y que le dijo cuatro cosas. La insultó...
- Qué lástima de hombre. Escribía tan bien. Leí alguna cosa suya en el periódico.
- Lo que más me llama la atención, lo que más me asombra de todo, es que prefiere inventarse toda esa historia a olvidarla. Es como si supiera, inconscientemente, muy en el fondo, que el amor se pasa pero que el odio, bien administrado, puede que dure para siempre.
El amor es tan enorme... Ese hombre ha tomado la decisión de odiar a la persona que más quiso para no perderla, porque si la perdiera sería él quien muriese.
- Es lo que estaba pensando. Hay verdades que matan.
- Todo este caso es tan extraño...
- No tanto cariño. Yo no sé que haría si te perdiera.
- Yo sí sé lo que haría.
- ¿El qué?
- Me volvería loco.

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